miércoles, 6 de mayo de 2009

Así están las cosas

A veces, cuando ha pasado tanto tiempo desde la última publicación, me doy cuenta que es necesario acercarme nuevamente a este espacio, abrir la válvula, dejar que todo salga y con ello, dejar una "entrada" que valga la pena leer.

Des-afortunadamente el problema existencial es más importante que el literario. Des-afortunadamente la vida va corriendo tan rápido que pretender que todo quede registrado en una sola entrada es tan irresponsable como afirmar que el Presidente de la República va a disolver el Congreso...

Lo que si puedo decir es que en este tiempo, desde la última publicación, he vivido, he soñado, he logrado, he fallado, he amado, he temido, he construido, he derribado, he comprado, he vendido, he llamado, he contestado, he gritado, he callado, he dormido, he trabajado, he sonreido y no he llorado, pero he querido.

Estar dedicando mis días al estudio del Derecho me ha permitido preguntarme si es a eso a lo que quiero dedicar el resto de mi vida, si al final de mi tiempo no me reprocharé por no haber sido más valiente y arriesgarme a cosas más intrépidas.
Casualmente, después de más de un mes de no ir a Misa, de no haber rezado y de haber dado por hecho que con Dios éramos tan buenos amigos que no necesitábamos platicar, tres noches con fiebres de 39 y 40 grados, me permitieron ver el crucifijo que está sobre mi puerta y por menos de un minuto darme cuenta que, a lo mejor no vaya dedicar toda mi vida al Derecho, porque quiero dedicarla a la Justicia.
El hecho de haber estado contagiado de esa cruel enfermedad que llaman vulgarmente "enamoramiento" y de haber sido despreciado, apreciado, despreciado y vuelto a apreciar, me confirmó mi creencia en que no existe "el amor de la vida" y que gracias a Dios, siempre estamos en la libertad de escoger a quién amamos.
La oportunidad de decidir a qué actividades asistir y de fundamentar mi decisión en hechos reales y no sólo en movimientos emocionales, me hizo entender que mi tiempo es más escaso, más valioso y que por ello debo repartirlo con más sabiduría.
El ver a mi familia "crecer y multiplicarse" me hace sentir una ternura que no sabía que podía sentir. Me hace ver el mundo de una forma que no lo había visto.
Extrañar a algunas personas y reencontrarlas, me ha hecho gozarme esas presencias. Alejarme de algunas otras y no encontrarlas, me ha permitido amar con mayor libertad.
Han habido una serie de eventos, una verdadera cadena de situaciones que han permitido llegar hasta aquí... Me gusta en donde estoy, espero compartirlo con alguien y le doy gracias a Dios por todo.
Al parecer, hasta el día de hoy... Así están las cosas.

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