miércoles, 23 de febrero de 2011

Ayer pregunté por vos y el Señor me contestó...

Cuando dije ¿en dónde estás? Me dijo “Está aquí, conmigo”

-No tienes derecho -le dije mientras levantaba mis cosas-, no habrá una fiesta completa en su ausencia y no será divertido llegar a casa sin verle.

-Te lo dije –afirmó- “Está aquí, conmigo”.

- Yo sé lo que dijiste –continuaba llenando mi maleta- y lo entendí claro, pero dime si no es justo mi alegato. Desde antes de empezar a tener memoria ya habían recuerdos suyos grabados en mi corazón y mientras fui creciendo, sólo fui almacenando cariños y sonrisas de su parte. Disculpa –afirme soberbio- pero esta vez, seguramente te equivocaste.

- No tengo por qué explicarte mis motivos –dijo- pero si me explicas los tuyos podría hacerlo.

-Mis motivos… No sé qué esperas oír, pero mis motivos están claros. Los dije al principio ¿o es que en este diálogo la obligación de escuchar sólo la tengo yo? Los voy a repetir lo mejor que pueda: no habrá fiesta completa sin su presencia y no será divertido llegar a casa sin verle.

- Jajaja –rió con dulzura- ¿te das cuenta de lo que dices?

- Si –tajante-

- Pues bueno, no veo cual es el problema.

- ¿Qué dices? –molesto- ¿Te estás burlando de mi? –más molesto- Te parece poco lo que estás viendo, o no estás viendo nada.

- Claro –dijo- lo veo todo. Y no entiendo cuál es el problema.

- No puede ser… Me parece increíble que estés aquí viéndome la cara y haciendo un comentario como ese.

- ¿Qué dijiste sobre mí? –como haciendo ver lo obvio-

- Que estabas aquí viéndome la cara y haciendo comentarios inapropiados. –ofendido-

- ¿Y entonces? –con una ternura que me enardecía-

- ¿Qué? –Abusivo-

- ¿Cuál es el problema? –con una dulzura exagerada-

- Te parece poco que no esté –vencido-

Hizo una sonrisa de esas de medio lado que hace la gente en las películas cuando se acerca un momento feliz y dijo:

- Cuando preguntaste al principio ¿qué fue lo que contesté? Dímelo lo más literal que puedas.

- “Está aquí, conmigo” dije sin pensarlo mucho.

Vi nuevamente su sonrisa en la cara y entendí lo que me había quería decir. Entonces, respiré profundo, sonreí desde adentro, cerré mi maleta y empecé a recibir los abrazos.